La Economía del Bien Común como modelo de empresa basada en los valores humanos
Las empresas consiguen reforzar su capacidad económica y financiera cuando adquieren un compromiso con la sociedad y el territorio en el que operan.
Cada
vez más, la sociedad demanda empresas con valores éticos y
comprometidas socialmente, enfocadas a dar respuesta a las necesidades
de las personas.
Estas exigencias no son incompatibles con la rentabilidad económica y la viabilidad empresarial, sino todo lo contrario.
Es
lo que algunos autores del management denominan valor compartido y que
practican aquellas empresas que basan sus criterios de decisión en la
sostenibilidad, esto es, en la interrelación entre las tres dimensiones
de la creación de valor: económica, social y medioambiental.
La
creación de valor social y medioambiental (que representa el compromiso
empresarial con la sociedad y las personas), refuerza el valor
económico y financiero de la empresa, de manera que las empresas que
buscan la sostenibilidad, son empresas que tienen garantizada su
supervivencia a largo plazo y seguramente su éxito.
Durante
estos últimos años, sobre todo a raíz de la crisis económica y
financiera iniciada en 2008, han ido surgiendo nuevos enfoques de la
economía que ponen en valor el papel de las personas y las necesidades
reales de la sociedad.
Desde
enfoques empresariales ya clásicos y asentados como el Cooperativismo,
la Economía Social y la Economía Solidaria, donde la persona y el
trabajo están por encima del capital, nacen otros enfoques que se
incluyen dentro de la llamada nueva economía como la economía circular,
la economía azul, la economía ciudadana, la economía descalza o la
teoría del decrecimiento, entre otras.
Estas
nuevas formas de entender la economía, nuevas en su denominación aunque
muy antiguas en sus planteamientos, exigen a las empresas su compromiso
con la sociedad y con los ciudadanos, y lo hacen desde una visión más
humana y social de las organizaciones.
En la Economía del Bien Común, el crecimiento económico y el dinero ya no son un fin en sí mismo, sino el instrumento para alcanzar el bien común.
Desde
los planteamientos apuntados, nace en el 2008, una forma de entender
las relaciones económicas desde la perspectiva del interés general y el
bien común. Se trata de un modelo económico que Christian Felber denomina Economía del Bien Común(EBC), y que desde el 2010 se está extendiendo con fuerza a nivel mundial.
Según
el EBC, las relaciones económicas han de pasar de estar regidas por el
afán de lucro y la competencia a estarlo por el bien común y la
cooperación.
El
objetivo de la economía ha de ser la mejora del bienestar social y de
la calidad de vida de las personas, así como la protección del
medioambiente a través del control de la huella ecológica.
Las
propuestas de este modelo se dirigen tanto a los aspectos de la
macroeconomía como a los de la microeconomía, por lo que se puede
considerar como un modelo económico global e integrado, que intenta
poner la economía al servicio de las personas. Entre las propuestas de
carácter macroeconómico se incluyen la creación de una zona mundial de
comercio justo y la constitución de un banco central del bien común que
se ocupe del control del dinero evitando su especulación y uso para
fines particulares. También ofrece alternativas al modelo social y
político a través de un sistema de democracia directa participativa y de
la transparencia informativa.
El mayor desarrollo del modelo de la EBC hasta la fecha, se ha producido en el ámbito de las organizaciones.
El mayor desarrollo del modelo de la EBC hasta la fecha, se ha producido en el ámbito de las organizaciones.
Las empresas han de medir su éxito, no en base a los beneficios económicos, sino en base a su aportación al bien común a través de la creación de valor social y medioambiental.
En
este sentido, el modelo ofrece una herramienta práctica que permite
medir la contribución de una organización al bien común, como es el
Balance del Bien Común. Este balance, complementario al balance
financiero clásico, es aplicable a cualquier tipo de organización:
empresas privadas con ánimo de lucro, organizaciones no lucrativas
(asociaciones y fundaciones) y empresas y administraciones públicas.
A
diferencia de otros modelos o enfoques (como el BCorp, la Economía
Social o la Economía Solidaria), el modelo de la EBC es un modelo
generalista aplicable a cualquier organización, lo que permite
precisamente ofrecer una alternativa global.
Las
organizaciones pueden cuantificar su aportación al bien común mediante
la denominada Matriz del Bien Común, a través de la cual se relacionan
los principios y valores universales de la dignidad humana, la
solidaridad y justicia social, la sostenibilidad ecológica y la
transparencia y codecisión con los grupos de contacto de la empresa
(proveedores, financiadores, empleados, clientela y otras empresas y
entorno social).
El Balance del Bien Común propone una gestión de la empresa basada en un enfoque ético y social dirigido a cada uno de dichos grupos de contacto.
Desde
la perspectiva apuntada, se puede decir, por tanto, que el modelo de la
EBC es un modelo apropiado para conseguir que las organizaciones
desarrollen su actividad económica e implementen su funcionamiento a
través de los valores humanos. Cooperativas, empresas sociales, empresas
de capitales, organizaciones no lucrativas, universidades,
ayuntamientos, …, cualquier tipo de organización puede contribuir al
bien común a través del uso de los valores éticos y sociales y a la vez
consolidarse como empresas viables y rentables.
Hablar de empresas del bien común es hablar de empresas más humanas.
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AUTOR
Joan Ramón Sanchís Palacio
Director de la Cátedra de Economía del Bien Común y Catedrático de Organización de Empresas en Universitat de València. Doctor en Economía de la Empresa, Catedrático de Organización de Empresas de la Universitat de València. Autor de los libros “La banca que necesitamos” y “Las cooperativas de crédito en España” y coautor de “El Modelo Consum”.