Rediseñar las ciudades con urbanismo sostenible y economía circular
Uno de los grandes pilares del Pacto Verde Europeo para el crecimiento sostenible de Europa es el avance hacia una economía circular. Este concepto se opone al de economía lineal porque su propósito es que los materiales y recursos se puedan reutilizar y vuelvan a entrar a la economía. El objetivo no es nada sencillo, ya que, como reconocía en marzo el vicepresidente ejecutivo responsable del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, en la actualidad solo el 12% de los materiales y recursos se recuperan.
Más de la mitad de los ciudadanos de todo el mundo viven en ciudades y este porcentaje podría alcanzar casi el 70% en 2050, según previsiones de Naciones Unidas. Por esto, no es de extrañar que de la capacidad de las urbes para reutilizar sus recursos dependerá en una proporción importante el éxito de esta medida clave del Pacto Verde Europeo.
Urbanismo circular
El urbanismo sostenible aplica los principios de la economía circular a la planificación de los edificios y las ciudades. El objetivo es lograr que la ciudad actúe como un ecosistema con dinámicas circulares a través de diversas estrategias como, por ejemplo, la optimización la recogida de recursos como la electricidad o el agua para su reutilización siempre que sea posible. “En el caso del agua, la primera operación importante debería ser establecer una red separativa (una conducción para las aguas fecales y otra para las procedentes del agua de lluvia) porque, por ejemplo, ésta última podría servir para el riego con un mínimo tratamiento. Como esto no se hace, todo el volumen de agua recogida pasa por el mismo proceso de depuración, independientemente de su origen, con el coste ambiental que supone.”, reflexiona Laura de la Plaza Hidalgo, arquitecta urbanista y co-autora del libro “Elements of Sustainable Architecture”. “Tanto en el caso del agua como el de la electricidad, creo que podría ser interesante hacer reservas de suelo que se puedan destinar a infraestructuras de generadores de energía sostenible o depuración del agua que abastezcan a un volumen de viviendas que los haga eficientes.”
Una buena gestión de residuos es también fundamental para lograr que los recursos vuelvan a entrar en la economía, objetivo también muy relacionado con el concepto “de la cuna a la cuna” y la necesidad de utilizar materiales que puedan reutilizarse para algo nuevo una vez acabada la función para la que habían sido diseñados. Fomentar la recogida de residuos clasificados y establecer más plantas e industrias de reciclaje son herramientas para aumentar ese porcentaje de los materiales que se recuperan.
Redistribución de espacios para optimizar la movilidad
Otras de las estrategias clave para conseguir un ecosistema urbano sostenible son las relacionadas con la movilidad. El término “ciudad de 15 minutos” saltó a las noticias de varios medios de comunicación cuando en enero de 2020 la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, lo recogió en sus propuestas de cara a las elecciones de marzo en las que se jugaba la reelección. La idea detrás de este concepto es que las personas deberían ser capaces de alcanzar todos los lugares relacionados con sus necesidades básicas diarias de trabajo, compras, salud o cultura en un paseo o un trayecto corto de bicicleta, de un máximo de 15 minutos.
“El dimensionamiento de las manzanas, el diseño de las calles, la distribución de los usos asignados a cada parcela, etc., se hacen ahora pensando en los coches fundamentalmente. Es algo que tenemos tan integrado que la mayoría de las veces ni siquiera lo cuestionamos y es una circunstancia que se retroalimenta puesto que algunas personas que quisieran realizar más desplazamientos a pie, no lo hacen porque perciben las calles como inseguras, especialmente en el caso de los ancianos y las personas que se mueven con niños” afirma Laura de la Plaza. Para intentar revertir esta realidad, existen distintas iniciativas en varias ciudades alrededor del mundo para darles un nuevo uso a espacios públicos cuya utilización se destinaba previamente en mayor parte a los coches. Un ejemplo es el proyecto de “Superilles” en Barcelona, que aboga por una reorganización de la ciudad en la cual se aúnan varias manzanas para la creación de “supermanzanas” en cuyo interior se limita el tráfico motorizado y se reducen las plazas de aparcamiento para favorecer la creación de espacios para intercambio, deporte, juegos para los niños, etc.
Una mayor oferta de ocio dentro de los barrios no es lo único importante, ya que los ciudadanos tienen muchas más necesidades. Sobre esto Laura de la Plaza indica que “también es importante diseñar ciudades que distribuyan usos como los colegios, el comercio básico, los centros de salud etc., de forma que sean accesibles en un radio de 100-500 m para sus habitantes. Es crucial, por tanto, que el diseño de los recorridos habituales de los ciudadanos sea percibido como seguro para que sea utilizado por ellos.” Las zonas verdes también deberían distribuirse de manera en que cualquier ciudadano pudiera acceder a pie a ellas, fomentado además que su cuidado tenga el menor impacto medioambiental posible.
Los desplazamientos al trabajo, que son la gran problemática de la movilidad diaria, no se deberían obviar de los nuevos planteamientos de ciudades. Hay millones de ciudadanos que se desplazan todos los días varias decenas de kilómetros desde sus hogares a sus lugares de trabajo, con los consecuentes problemas de contaminación y consumo de recursos que esto conlleva. Sin duda, es uno de los frentes de más complicada resolución, e iniciativas como los “vecindarios de 20 minutos” de Portland, directamente excluyen los centros de trabajo de sus planes de reorganización de las ciudades. Sin embargo, a medio o largo plazo sería interesante que desde las instituciones públicas se impulsaran medidas a para fomentar la implantación de centros de trabajo repartidos en puntos diferentes a lo largo de la ciudad para que pueda coexistir la vivienda con el ámbito laboral, en oposición con grandes complejos de oficinas concentrados en zonas puntuales.
“Es importante dejar de diseñar ciudades en las que el coche es el protagonista absoluto.”
Para terminar, no hay que olvidar que las edificaciones que se construyan en los nuevos desarrollos urbanos deben a su vez integrar estrategias sostenibles en sus orientaciones y estrategias pasivas, sus materiales, sus técnicas constructivas, etc.
Sostenibilidad social
La optimización de los servicios dentro de un barrio impulsa a los ciudadanos a querer vivir en él, lo que también se traduce en una reactivación económica de la zona.
Y es que, en resumidas cuentas, ninguna de las medidas contempladas anteriormente podría funcionar sin un último ingrediente fundamental: el componente social que vincula a las personas con su entorno. Cuando los vecinos sienten que en su barrio se cubren todas sus necesidades, no solo se evitan desplazamientos innecesarios, sino que también mejora la seguridad vecinal y se previene el deterioro del mobiliario y las infraestructuras urbanas, ya que los residentes cuidan de su entorno porque comprenden su valor.
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